Siya Kolisi para GQ Sudáfrica en fotos de Franco Kellerman


Ser una persona con una pequeña dosis de notoriedad o “fama” es agotador. Lo que ves en Instagram, en las revistas de chismes o en la televisión es solo una fracción de lo que sucede. Y por cada elección de estilo, cada restaurante visitado, cada aparición realizada, cada discurso dado, hay mil mensajes, cientos de correos electrónicos, demasiados mensajes de texto para contar y las conversaciones que intervienen en cada decisión. Y cada uno afecta al siguiente. Eso, por supuesto, se suma al trabajo que se necesita para hacer aquello por lo que eres famoso. Si eres un atleta, ese es el costo físico y mental extremo de llegar y permanecer en la cima de tu juego. Estás viajando por el mundo, siempre saltando entre las camas de los hoteles, separado de tus seres queridos durante semanas, viendo crecer a tus hijos a través de una pantalla. Las altas son a menudo gratificantes e inolvidables, pero las bajas son desafiantes en el mejor de los casos y terribles en el peor. Sin embargo, aprende a lidiar con ellos con calma porque ese es su trabajo y, a pesar de todo, encuentra formas de mantenerse motivado y seguir adelante.



Mi motivación es asegurarme de que participe en la lucha por la igualdad y en la creación de oportunidades para las personas que nunca las han tenido


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