Jaeger-LeCoultre vuelve a tirar de archivo para demostrar que la elegancia no entiende de fechas. La firma recupera el espíritu más genuino de su sastrería relojera con el nuevo Master Control Classic, una edición limitada a 500 unidades que rinde homenaje a una referencia de 1995. La casa no busca reinventar la rueda, sino recordarnos por qué ciertos diseños se mantienen imbatibles década tras década.
El reloj llega en una caja de acero de 36 mm, apenas dos milímetros más grande que el modelo histórico en el que se inspira, y mantiene intacto ese encanto minimalista que marcó a la colección original. La esfera en plata tornasolada refuerza ese aire retro sin caer en la nostalgia fácil: índices triangulares estirados, puntos luminiscentes que marcan la hora con discreción y las siempre afiladas agujas Dauphine. Como guiño final, un segundero central azulado que aporta un toque de frescura sin romper la sobriedad del conjunto. La correa, en piel de avestruz marrón con costuras claras, completa la ecuación estética y subraya un look que podría haber salido de un escaparate de los años 50… o del feed más actual de Instagram.
Pero, como suele ocurrir con Jaeger-LeCoultre, lo interesante no solo está en la superficie. Bajo la caja late la evolución más reciente del Calibre 899, un movimiento automático que lleva casi dos décadas siendo uno de los pilares de la manufactura y que ahora presume de 70 horas de reserva de marcha tras sucesivas actualizaciones técnicas. Para cerrar el círculo, el fondo de la caja recupera el emblemático sello de la prueba de las 1000 horas, un protocolo propio que certifica la precisión del reloj completamente ensamblado y que conectaba los primeros Master Control con la obsesión de la maison por la calidad.
El resultado es un reloj que combina lo mejor de dos mundos: estética clásica sin artificios y mecánica moderna con garantías. Una pieza pensada para quienes saben que lo verdaderamente atemporal no necesita levantar la voz.
Jaeger-LeCoultre vuelve a t…



