Mientras el aire sombrío se disipa tras la noche anterior, Ross Butler ya va por la mitad de su café de la mañana. "Estoy notando un poco el jetlag", dice riendo. El actor acababa de llegar de Taiwán unas noches antes y ahora se encuentra en medio de una gira de prensa frenética para su nueva película, Worth the Wait. Ross Butler no necesita guion para ser carismático. Al sentarse a hablar de Worth the Wait y de todas sus últimas aventuras, el actor oscila con facilidad entre la introspección y el humor seco, especialmente al relatar cómo su coprotagonista, Lana Condor, probó el durian por primera vez frente a la cámara. "¿La reacción que se ve en la película? Completamente real", dice entre risas. "Fue uno de esos momentos en los que te olvidas de que estás actuando".
La escena del durian, filmada en Jalan Alor, capturó más que un simple primer bocado divertido; encarnó el espíritu de la película: orgánico, vibrante y profundamente malasio. Butler, cuya madre es malasia, habla de la experiencia como si fuera un regreso a casa. "Rodar aquí fue algo realmente especial", dice. "Fue una sensación de volver a casa, de explorar una faceta de mí que no había podido cultivar al crecer en Estados Unidos". A diferencia de los sets de Hollywood de alto presupuesto, Worth the Wait se aferró a la energía de su entorno. En lugares emblemáticos como las cuevas de Batu y Jalan Alor, el equipo de producción dejó que la vida real se desarrollara alrededor de los actores.
"No bloqueamos calles enteras ni multitudes", explica Butler. "Esa energía natural aportó el realismo que necesitábamos, y se nota". Esa misma sensatez se extiende al propio Butler, quien, a pesar de su físico de héroe de acción, bromea diciendo que rodar en Kuala Lumpur fue peligroso para su dieta. "Si me hubiera quedado más tiempo aquí, habría engordado", dice con una sonrisa. “La comida es simplemente deliciosa”. Butler, exestudiante de ingeniería química convertido en actor, es conocido no solo por sus papeles en Por trece razones y ¡Shazam!, sino también por su atletismo. Aun así, compaginar la actuación con un estilo de vida de alto rendimiento no siempre es fácil. “A veces grabamos de 14 a 15 horas al día”, dice. “Simplemente haces lo mejor que puedes; quizás algunas flexiones en el set”.