Un homenaje contemporáneo a una ciudad de ciudades, que no se detiene con el ocaso, sino que se revitaliza en un explosivo cruce entre glamour, fiesta y arquitectura urbana. En este escenario ficticio de noches largas, galas improvisadas, distendidas chácharas y terrazas llenas de estilo, Pedro del Hierro presenta un armario que responde al calor con elegancia, a la nocturnidad con diseño y a la urbe con carácter.
La colección se inspira en el poder atmosférico de una capital agitada por los deseos de sus residentes, que celebran cada instante del solsticio estival: desde la luz dorada del atardecer hasta la oscuridad cargada de promesas de la madrugada. Una escala cromática que recorre un abanico de colores flameantes —naranjas, burdeos, amatista, rojo granada— en contraste con blancos absolutos, negros profundos y un azul pato que introduce frescura. Entre las referencias visuales a las que remite La Gran Metrópoli, la intensidad de Mark Rothko, la gráfica conceptual de Sho Shibuya y la instalación solar de Olafur Eliasson en la Tate Modern.
Por su parte, Álex Miralles construye una colección masculina que equilibra estructura y libertad. Tricots de lino y lino-seda, camisetas de tirantes que rozan lo provocador, chaquetas ligeras y abrigos de verano sin camisa, pensados para una masculinidad sin complejos. Los esmóquines se reinterpretan con tejidos brillantes, lentejuelas compartidas con la línea femenina y guiños de ante que refuerzan el
