Outsiders Division cree que el tiempo no es lineal. Dentro de cada adulto vive un niño curioso, y dentro de cada abuelo, un joven que se resiste a apagarse. Esta colección nace de esa paradoja: el encuentro de dos edades que se contradicen pero que, al mezclarse, revelan una nueva forma de mirar la moda.
Imaginan un mundo en el que los nietos intercambian abrigos con sus abuelos, donde los calcetines de colegio conviven con chaquetas de tweed, y donde la inocencia del juego se mezcla con la seriedad de la tradición. De esa fricción surge algo nuevo: una estética “preppy-punk” que no obedece ni a la edad ni a las reglas, porque entienden el vestir como un ejercicio de capas y mezclas que cuentan historias distintas al unirse.
Pero más allá de la ropa, esta colección habla de cómo se relacionan con el tiempo. Viven en una sociedad que exige madurar rápido, esconder la ternura y disimular la vulnerabilidad. Sus prendas proponen lo contrario: volver a jugar, volver a explorar, recuperar la libertad de experimentar con quién se es, sin importar la fecha de su pasaporte.