El esquiador Gabriel Gledhill posa junto a Lady Araminta Spencer-Churchill en un elegante número de diciembre para Tatler UK





Ella se prepara para el Baile de Gala de París, él compite a toda máquina para los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán-Cortina: la jinete de concurso completo Lady Araminta Spencer-Churchill y el esquiador Gabriel Gledhill son los jóvenes y prometedores candidatos de Tatler que están causando sensación tanto en la sociedad como en el deporte.

Gabriel Gledhill ha llegado a la sede de Tatler para una prueba de vestuario previa a su sesión de fotos: ¡por fin ha llegado! Todas las miradas se dirigen hacia él. La boca de todos queda boquiabierta. No es la destreza atlética del esquiador de fondo lo que llama la atención, aunque aspira a representar a Gran Bretaña en uno de los deportes de resistencia más exigentes del mundo en los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán y Cortina d'Ampezzo en febrero. No, es su deslumbrante y casi caricaturesca belleza lo que causa sensación.

Gabriel —Gabe para sus amigos— tiene pómulos marcados, unos llamativos ojos color avellana y una melena castaña que le cae a la perfección. Su tez está bronceada, con un agradable toque rosado por el sol, fruto de largas sesiones de entrenamiento en la montaña. Este joven de 23 años no es solo un atleta: también es modelo. Esto queda patente al día siguiente, cuando posa en unas escaleras del parque Kirtlington, con una piel sobre los hombros y gafas de sol de montaña protegiendo sus ojos.

Gabriel empezó a esquiar en Mount Washington, a solo media hora en coche, aunque su verdadera pasión era el fútbol, ​​y competir contra su hermano Peter, cuatro años mayor. Sin embargo, el fútbol empezó a perder su atractivo a medida que las frustraciones de jugar en equipo le hacían apreciar las ventajas del esquí de fondo. Era un deporte individual donde sus fracasos y triunfos serían solo suyos. «Es difícil acostumbrarse a formar parte de un deporte de equipo», explica. «Cuando pierdes, no necesariamente es culpa tuya , sino del equipo, y entonces, aunque te esfuerces más que los demás, no se te recompensa… En un deporte individual, el único culpable eres tú mismo, así que es mucho más controlable, y eso me gusta más».